Llego a casa y aquí todo tiene sed.
Muerde, tormenta de verano, la tierra de una vez.
Fortuito respiro del lánguido arder,
que el sudor empape por donde pisé.
Y se respire el aliento del bosque después.
¡Qué, de gris despedida, nazca un placer!
Deja que lo imagine porque no lo veré.
A través del anhelo, el espíritu dormiré.
Cuando me mire cansado, le cantaré.
Le cantaré desde dentro,
como abrazada, por el viento.
Me encanta, niña.
ResponderEliminarSobre todo el final, me parece precioso.
!Sigue escribiendo, por favor!
La verdad es que se agradecen los comentarios. Escribir para uno mismo puede llegar a ser poco gratificante.
ResponderEliminarSiempre cree en lo que escribas…aunque cualquier espectro te diga lo contrario...
ResponderEliminarSiempre creo en lo que siento, y eso es lo que escribo
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